jueves, 4 de noviembre de 2010

Hablando de... Amador

De la mano de Fernando León de Aranoa viene Amador, Jesús Angel Rodriguez nos habla de ella:

Amador: sencillez, amargura y esperanza.

Marcela (Magali Solier), una joven inmigrante latinoamericana está a punto de abandonar a su novio cuando descubre que está embarazada. Su novio se dedica al negocio de las flores robadas (y de paso a explotar a otro “nivel” de inmigrantes). Pero el frigorífico se ha roto y las flores se están pudriendo. Se necesita un frigo nuevo. La joven debe cuidar a un anciano para poder pagar la entrada del frigo a su novio. El anciano Amador (Celso Bugallo) muere y ella debe mantener la apariencia de que todo sigue igual hasta acabar el mes y cobrar el resto del sueldo tan necesario para pagar el frigorífico. Marcela tendrá que llenar la casa de Amador con las flores que roba su novio y que ni siquiera huelen bien: se necesita un producto químico para que las flores huelan a flores. El cadáver de Amador se pudre en el calor del verano… ¡para poder pagar un frigorífico en el que meter flores que no huelen y que mejor le vendría a un cadáver que debe conformarse con un ventilador! Pero Amador no piensa abandonar este mundo hasta que todos: su hija, su cuidadora, su amante, un nuevo ser… encajen las piezas de sus vidas en este mundo.

No les he contado ni la mitad de las cosas que ocurren en Amador y seguro que ya se dan cuenta de que Fernando León de Aranoa rodea de aparente sencillez y sobriedad un guión digno del mejor contador de historias que uno pueda echarse a la cara.
Verán: algunos asuntos “técnicos” se podrían criticar de esta película. Un cadáver no puede estar en una casa 20 días en verano y con temperaturas de 40 grados. No sólo no es posible tapar el olor, es que el nivel de gusanos y purulencias por metro cuadrado sería insostenible. O la para mí excesivamente “sobria” planificación en la que se nota demasiado que los planos de diferentes momentos de la película se tomaron en las mismas posiciones y tiempos. Puede que esa “simetría de planos” y su monotonía formen parte de la propia narración, pero algunos afean el resultado. Sin embargo ¿qué diablos importa? Todo queda muy por detrás de la sensibilidad de la historia, de la enorme cantidad de detalles que nos cuentan sus pequeños implantes (el puzle de Amador que casi-terminará Marcela, los caramelos que el fantasma de Amador parece haberse comido y quedarán perfectamente explicados al final de la trama, una sirena en silla de ruedas, la carta entre los amantes muertos, un frigo nuevo cuyo ronroneo enturbia los sueños de Marcela…)

Magali Solier está perfecta y no le falta ni sobra una coma en su interpretación. Fanny de Castro (la prostituta filosófica) puede que sea un obvio “inserto cómico” (como lo llaman los “trénicos”) pero su ironía, el humor de sus textos y la labor de la actriz compensan con creces
el resto de posibles consideraciones. Los demás actores y actrices andan entre correctos y discutibles. Magnífico diálogo de equívocos entre un sacerdote y Marcela: digno de la mejor tradición Wilderiana.

Es una historia hermosa, muy hermosa. De ésas a las que se lo perdonas todo porque lo importante está ahí escondido, en el detalle, en las revueltas, como en un puzle. Merece la pena verla, no hay ninguna duda.
Eso sí: no hay marcianos.

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