miércoles, 13 de abril de 2011

Hablando de... "8 y medio vs Nine"

Literatura y bestsellers: 8 ½ y nine

Como hace tiempo que no desbarro (exactamente una semana) hoy “toca crítica teórica”. Hace un par de semanas me solacé con un clásico que, curiosamente, yo tardé bastante en conseguir y ver: Fellini 8 ½. Ya puesto en tarea decidí ver Nine: versión bailotera del siempre eficaz Rob Marsall. Tamaño experimento me llevó a concretar ciertas reflexiones que ahora me decido a compartir con ustedes (quiera o no, como buen “onionlet grandpa” que soy). ¿Por qué la de Fellini es una película que hay que ver bien despierto, cada mucho tiempo y con toda la pasión que el cerebro nos permita ofrecer a una pantalla? ¿Por qué la de Marshall se puede ver todos los días: haciendo café, comiendo palomitas o yaciendo con tu moza/mozo? 
 
  

¿Por qué la de Fellini posee un rango lleno de matices y de diferentes niveles tanto visuales como “ideológicos” tan inmenso que uno se siente pequeñito ante ella, dispuesto a reconocer que lo que está sucediendo durante la proyección es algo realmente importante que nos deja, al final, exhaustos pero maravillados mientras que Marshall (ni Daniel D.Lewis, Penélope, etc) nos permite realizar 17 tareas a la vez que vemos sus piruetas visuales?

¿Por qué Fellini nos muestra un Universo completo, del que nos creemos todo, incluso lo imposible y Marshall nos presenta un refrito de Chicago, que no le quedó del todo mal?

 

Como siempre, intenté pensar en respuestas técnicas: focales, movimientos, actuaciones (Mastroianni es Mastroianni), imposturas, guión y estructura… pero al final pensé en una explicación más “descriptiva”: pensé en que al igual que en el arte formal por excelencia (junto a la música), la narrativa, coexisten obras de literatura y bestsellers, en el cine coexisten Fellini/Fosse y Marshall. Unos nos ofrecen una visión, una profundidad y unos sentimientos hechos imágenes que más que chocar con nuestra retina, nos abrasan el cerebro. El otro nos ofrece una estructura fácil, que puede verse mil veces porque es lo esperable, no cuesta verlo, no provoca grandes sensaciones ni preguntas. Nada. Se consume (es un producto bien hecho) y punto.


No hay punto de vista, porque el creador es un artesano que conoce su oficio, no un artista lleno de dudas y experiencias reales o no.

Tras ver las dos películas decidí que nunca, jamás, deberíamos olvidar esto: incluso aunque sólo nos molen los bestsellers, incluso aunque siempre lleguemos a casa cansados, sin ganas de nada y veamos la misma película una y otra vez… una y otra vez. ¿Y quién puede culparnos? No es fácil leer literatura, sólo tragar es fácil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario