miércoles, 24 de noviembre de 2010

Opiniones encontradas... Repámpanos: Que viene mordisquitos.

Como mañana es la fiesta de la escuela y vamos a estar todos muy ocupados (ya de paso os invito a os paséis por el taller de rodaje que vamos a realizar -hay una errata, es a las 10:00am-), adelantamos la crítica de nuestro amigo Jesús Ángel Rodríguez a hoy. Además del cambio de programación, hoy Jesús se ha lanzado a la crítica del genero vampírico en general. Que os aproveche!

Repámpanos: Que viene mordisquitos.

Vale. Pillado. Les gusta la sangre. Hoy quería hablarles de la última “Harry PotterTM y de paso, quitarme esa fama de “raro” con la que que tan injustamente me han investido… pero como no he podido verla aún he decidido que hoy toca leña, es decir, practicar el libidinoso arte mediante el cual “la jefa” olvide mi flagrante descuido a través del entretenido despelleje ajeno. ¿Recuerdan aquella película “Entrevista con el vampiro”? Bien. No voy a entrar esta vez en el análisis de su técnica cinematográfica, sino en la “nueva ola” de cine vampírico que, desgraciadamente, medio inauguró. 
Desde entonces, ser vampiro y haberse leído “El Ser y la nada” (o quizás “Ser y tiempo” que es más molón, ario e incomprensible) acaban por ser elementos inseparables. Es cierto, ha llovido bastante y con la ayuda de la MTV, la falta de un buen director y algún daño cerebral mediante, hemos llegado a “Eclipse” y alguna otra versión cultureto suecoide sobre historias de “mordisquitos”. 


¿Por qué la emprendo contra estas historias? Primero, ¿recuerdan que no hice los deberes con lo de “Harry PotterTM"? Segundo, desearía de una vez por todas recuperar la dignidad de Drácula. El príncipe Vlad era un señor que en vida gustaba de introducirle a la gente “cosas por el orto” y que luego, mayormente ya fenecido, se dedicaba a chupar sangre y a realizarles el coito a las mozas. Era, pues, un tipo feliz y andarín que provocaba miedo y carcajada a partes iguales, es decir, era inocente género. Hoy en día, los vampiros ya no son felices. Se hacen los remolones a la hora de realizarle el coito a las mozas, se depilan las cejas, probablemente no saben ni qué es un “orto” y , sé que lo que sigue es fuerte, se parecen un montón a los tipos de “Melrose place.” ¿Es que ya no hay ética en este mundo? ¿Es que ya no se respetará ni la memoria del príncipe Vlad, simpático empalador cristianófilo caído en desgracia? ¡Oh, dioses! 
Y la cosa es que, probablemente, buenos clásicos como “Nosferatu” ó “Vampyr” hayan, inadvertidamente, contribuido a esta deriva. Puestos en esta debacle nadie está a salvo: Freddy Kruger acabará tan casado como Indiana Jones y es probable que Frankenstein y su novia sean el foco de la próxima adaptación de “Secretos de un matrimomio” por Chris Columbus. 
De veras… ¿a ustedes no les repatea que un vampiro sea tan pijo? ¿Y esta crítica… a qué viene? La verdad: hoy no me entiendo y no sé qué decir sobre ello. Cuando esto ocurre es bueno tirar del postmodernismo cinematográfico. Y usted… ¿se entiende?

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